miércoles, 12 de junio de 2013

El Tomate
Introducción
Aunque el origen del tomate se localiza en la región andina que se extiende desde el sur de Colombia al norte de Chile, fue en México donde se domesticó.

Inicialmente distintos tipos de formas, tamaños y colores (rojos y amarillos) ya se consumían en México en el siglo XVI. También por ese tiempo, para España e Italia ya era un alimento, mientras que en otros países como Alemania no lo fue hasta comienzos del siglo XIX.


El tomate pertenece a la familia de las Solanaceae y como especie se denomina Lycopersicon esculentum Mill. 
Se trata de una planta perenne de porte arbustivo aunque se cultiva como anual. Esta puede desarrollarse de forma rastrera, semierecta o erecta, pero las variedades que se cultivan en el huerto siempre necesitan ser entutoradas.
Existen variedades de crecimiento limitado (también llamadas determinadas) y otras de crecimiento ilimitado (indeterminadas). Las primeras paran su desarrollo en un momento de su cultivo, mientras que las segundas no lo hacen, llegando a alcanzar longitudes importantes.



Su sistema radicular está formado por una raíz principal corta y débil, saliendo de ellas numerosas raíces secundarias y potentes. Sobre la base del tallo también se suelen presentar raíces adventicias.
El tallo principal funciona como eje con un grosor que oscila entre 2 y 4 centímetros en su base, sobre el que se van desarrollando hojas, tallos secundarios e inflorescencias.

Sus hojas son compuestas con foliolos peciolados, lobulados y con borde dentado, en número de 7 a 9 y recubiertos de vellosidad. Las hojas se disponen de forma alternativa sobre el tallo.
Las flores constan de cinco o más sépalos, de igual número de pétalos de color amarillo y dispuestos de forma helicoidal. Estas se agrupan en inflorescencias de tipo racimoso, generalmente en número de 3 a 10 según variedades. Las inflorescencias se desarrollan cada 2-3 hojas en las axilas.
El fruto es una baya que puede alcanzar un peso que oscila entre unos pocos miligramos y los 600 gramos según tipos y variedades. El fruto puede recolectarse separándole de forma limpia de la planta o con parte del pecíolo como ocurre con las variedades del tipo ramillete.
Su importancia económica
El tomate es la hortaliza más popular y difundida mundialmente, por lo tanto la de mayor valor económico. Su demanda aumenta continuamente y con ella su cultivo, producción y comercio.

Su cultivo

Marcos de plantación. El marco de plantación se establece en función del porte de la planta, que a su vez dependerá de la variedad comercial cultivada. El más frecuentemente empleado es de 1,5 metros entre líneas y 0,5 metros entre plantas. Para plantas de gran vigor separarlas ligeramente y al contrario con plantas de vigor reducido.
Poda de formación. Es una práctica imprescindible para las variedades de crecimiento indeterminado. Se realiza a los 15-20 días del trasplante con la aparición de los primeros tallos laterales, que serán eliminados, al igual que las hojas más viejas, mejorando así la aireación del cuello.
Así mismo se determinará el número de brazos (tallos) a dejar por planta. Son frecuentes las podas a 1 ó 2 brazos, aunque en tomates de tipo Cherry suelen dejarse 3 y hasta 4 tallos.
Aporcado. Esta práctica se suele realizar tras la poda de formación, con el fin de favorecer la formación de un mayor número de raíces, y que consiste en cubrir la parte inferior de la planta con la tierra de alrededor.
Tutorado. Es una práctica imprescindible para mantener la planta erguida y evitar que las hojas y sobre todo los frutos toquen el suelo, mejorando así la aireación general de la planta y favoreciendo la realización de las labores culturales (deshijado, recolección, etc.). Todo ello repercutirá en la producción final, calidad del fruto y control de las enfermedades.
Lo normal, a nivel de aficionado, es mediante el encañado y consiste en colocar un tutor por planta de forma inclinada entre filas de modo que se consiga formar una especie de cabaña cada dos filas. De esta forma, el peso final de cada línea estará mejor soportado, a la vez que se mejorará la zona de paso para labores como por ejemplo la recolección.
La sujeción al tutor puede realizarse mediante anillas o rafia sin apretar para evitar estrangulamientos del tallo.
Deshijado. Consiste en la eliminación de brotes axilares para mejorar el desarrollo del tallo principal. Debe realizarse con la mayor frecuencia posible (semanalmente en épocas de mayor vigor y cada 10-15 días en las más frías).
Los cortes deben ser limpios para evitar la posible entrada de enfermedades. En épocas de riesgo es aconsejable realizar un tratamiento fitosanitario con algún fungicida cicatrizante, como pueden ser los derivados del cobre.
Deshojado. Es recomendable tanto en las hojas viejas, con objeto de facilitar la aireación y mejorar el color de los frutos, como en hojas enfermas, que deben sacarse y eliminarse inmediatamente.
Aclareo de frutos. Sobre todo en el tomate en racimo, y se realiza con el fin de homogeneizar y aumentar el tamaño de los frutos restantes, así como su calidad.
Por lo general podemos distinguir dos tipos de aclareo: el aclareo sistemático es una intervención que tiene lugar sobre los racimos, dejando un número de frutos fijo, eliminando los frutos inmaduros mal posicionados. El aclareo selectivo tiene lugar sobre frutos que reúnen determinadas condiciones independientemente de su posición en el racimo; como pueden ser: frutos dañados por insectos, deformes y aquellos que tienen un reducido calibre.
Fertilización. Por una parte está la fertirrigación que es la aportación de nutrientes mediante el agua de riego. Se realiza de forma generalizada mediante el riego por goteo y va en función del estado de desarrollo de la planta, así como del ambiente en que ésta se desarrolla (tipo de suelo, condiciones climáticas, calidad del agua de riego, etc.). Cuando la aportación de nutriente se realiza mediante aportación directa al suelo, se denomina simplemente abonado.
En cuanto a la nutrición de la planta, cabe destacar la importancia de la relación Nitrógeno-Potasa a lo largo de todo el ciclo de cultivo, que suele ser en una relación de 1/1 desde el trasplante hasta la floración, cambiando hasta 1/2 e incluso 1/3 durante el período de recolección.
en el cultivo del tomate en racimo, el papel del potasio en la maduración del tomate es esencial, pudiéndose emplear en forma de nitrato potásico, sulfato potásico, fosfato monopotásico o mediante quelatos.
El fósforo juega un papel relevante en las etapas de enraizamiento y floración, ya que es determinante sobre la formación de raíces y sobre el tamaño de las flores.
El calcio es otro macroelemento fundamental en la nutrición del tomate para evitar la necrosis apical, ocasionado normalmente por la carencia o bloqueo del calcio en terrenos generalmente salinos o por graves irregularidades en los riegos.
Entre los microelementos de mayor importancia en la nutrición del tomate está el hierro, que juega un papel primordial en la coloración de los frutos, y en menor medida en cuanto a su empleo, se sitúan manganeso, zinc, boro y molibdeno.
Los fertilizantes de uso más extendidos son los abonos simples en forma de sólidos solubles como por ejemplo el nitrato cálcico, nitrato potásico, nitrato amónico, fosfato monopotásico, fosfato monoamónico, sulfato potásico, sulfato magnésico, etc.


Colmena de abejorros Polinizadores (Bombus Terrestris)
 Fruto despues de la Polinizacion







Debido, a las condiciones climáticas del calentamiento global y el efecto invernadero se han modificado las condiciones de producción en campo, ya que existen problemas de sequías  inundaciones, altas temperaturas, que en cierta forma afectan la producción agrícola. Es evidente entonces que se busquen nuevas alternativas de producción,  tendiente a la producción orgánica y el uso de sistemas  tecnificados,  como por ejemplo las condiciones controladas mediante invernaderos.

Los invernaderos son estructuras cerradas cubiertas por materiales transparentes, dentro de las cuales es posible obtener unas condiciones artificiales de micro-clima y con ello cultivar plantas fuera de estación en condiciones óptimas. Muchas son las ventajas que los invernaderos proporcionan a los cultivos hortícolas como son: cultivar fuera de época y conseguir mayor precocidad, realizar cultivos en zonas climáticas y épocas estacionales en las que no es posible hacerlos al aire libre, disminuir el tiempo de los ciclos vegetativos de las plantas, obteniendo un mayor número de cosechas por año, posibilidad de obtener más de un ciclo de cultivo al año, aumento de producción, obtención de mejor calidad, mejor control de las plagas y enfermedades, ahorro de agua de riego, menor riesgo de catástrofes, se trabaja con más comodidad y seguridad.

invernadero con cultivo hidroponico